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Miles de damnificados por el sismo reciben el Escapulario

Caravana Virgen del Carmen

Atendiendo al llamado de la campaña “El Perú necesita de Fátima” para llevar socorro espiritual a las víctimas del violento terremoto que estremeció el Sur del país, una verdadera avalancha de respuestas, junto a otros hechos reveladores de una especial ayuda de la Santísima Virgen, permitieron realizar exitosamente una singular iniciativa para difundir el Escapulario del Carmen.

“Esta es una magnífica ocasión –decía la misiva enviada, a inicios del mes de julio de 2001, a más de 10.000 amigos y adherentes– para enmendar nuestras vidas y hacer algún bien por los miles de damnificados del sismo... pero también para los damnificados del alma, que no son miles sino millones, solamente en nuestra Patria”.

Nos habíamos propuesto llevar miles de escapularios a la propia zona del desastre, no sólo como un consuelo espiritual para los familiares de los muertos y para los damnificados, sino también como un extraordinario medio para que muchos se acerquen a la Santísima Virgen, pues el Escapulario del Carmen ha resultado también a lo largo de la historia un valioso instrumento de conversión.

El llamado a nuestros simpatizantes, concluía afirmando: “juntos lo podemos hacer. Porque los peruanos –mientras no nos falte la gracia de Dios y la poderosa intercesión de la Virgen– sabemos remontar las desgracias y sacar lecciones del presente terremoto, que es apenas un símbolo del terrible terremoto moral que nos sacude”.

Para el logro de tal objetivo, la iniciativa fue puesta bajo el patrocinio de la Virgen del Carmen. Un mes después catorce voluntarios provenientes de Lima, Cusco y Trujillo, en su mayoría jóvenes universitarios, se dieron cita en la ciudad de Arequipa, adonde llegó también, trasladada en avión desde el Cusco, una imagen peregrina de la Virgen de Fátima para encabezar la comitiva.

En ciertas ocasiones, durante el desarrollo de las peregrinaciones, la imagen fue revestida con un hábito carmelita, finamente bordado por sus religiosas de la ciudad Imperial, para dar realce a la imposición de los escapularios. De esta manera, con la valiosa ayuda de sacerdotes solícitos y de seglares autorizados, nos fue posible distribuir miles de escapularios entre tantos damnificados de cuerpo y de alma que encontramos en nuestro camino..

Por una feliz y simbólica coincidencia, la distribución se realizó en pleno Año Santo Mariano Carmelitano, así declarado para conmemorar 750 años de esta preciosa dádiva de la Madre de Dios a los hombres.

Fue así que en el transcurso de quince inolvidables días, durante los cuales nos sentimos permanentemente acompañados por la sonrisa y la protección de la Santísima Virgen, se efectuaron en total 56 visitas a: casas de familia (30), iglesias y capillas (8), campamentos de damnificados (5), centros de asistencia social (3), cuarteles del Ejército (3), monasterios carmelitas (3), colegios (2) y municipalidades (2). Veinticinco de ellas fueron peregrinaciones en la ciudad de Arequipa y las restantes a lo largo de un recorrido de 1.800 kilómetros a través de las provincias más afectadas por el sismo del sábado 23 de junio –precisamente en la fiesta del Inmaculado Corazón de María– y sus réplicas.

Sería imposible enumerar aquí todas las gracias que en tan corto espacio de tiempo la Señora de Fátima derramó: sobre los pescadores y agricultores en Camaná, a quienes dos tsunamis consecutivos –con olas de 15 metros de altura– les hicieron perder cuanto tenían; sobre los vecinos de toda condición en Moquegua, que comparten el inmenso dolor de ver su bella ciudad semiderruída; sobre los oficiales y soldados de nuestro Ejército en Ilo, que tan honda emoción los embargó; sobre los cadetes del Colegio Militar Francisco Bolognesi en Arequipa, que aprendieron a querer más a María...

Sin duda los méritos de esta caravana –una de las más reconfortantes experiencias que el apostolado de Fátima ha llevado a cabo en los últimos años– alcanzan también a todos y a cada uno de los que de ella participaron con sus oraciones, sacrificios y apoyo material. A ellos nuestro agradecimiento por su adhesión y confianza. ¡Quiera la Santísima Virgen servirse de esta acción para ser más conocida y amada!

Fátima y el Escapulario

Después de la última aparición de Nuestra Señora en la Cova da Iría, mientras la gran multitud de espectadores asistía al milagro del sol, se desarrollaron ante los ojos de los pastorcitos diversas escenas. En la primera, al lado de San José y sosteniendo al Niño Jesús en sus brazos, la Virgen apareció como Nuestra Señora del Rosario. En seguida, junto a Nuestro Señor agobiado de dolor en el camino del Calvario, surgió como Nuestra Señora de los Dolores. Finalmente, gloriosa, coronada como Reina del Cielo y de la Tierra, se presentó como Nuestra Señora del Carmen, con el escapulario en la mano.

¿Por qué la Virgen apareció con el Escapulario en esta última visión? –le preguntaron a la Hna. Lucía (hoy religiosa carmelita) en 1950.

Es que Nuestra Señora quiere que todos usen el Escapulario–respondió la vidente.

“Y es por este motivo que el Rosario y el Escapulario, los dos sacramentales marianos más privilegiados, más universales, más antiguos y más valiosos, adquieren hoy una importancia mayor que en ninguna época pasada de la Historia” (cf. John Haffert, Maria na sua promessa do Escapulário, Edições Carmelo, Aveiro, Portugal, 1967, pp. 265-266).