Todo sobre Fátima
Tesoros de la Fe Donaciones Tienda
Tienda
¿El coronavirus es un castigo divino? La pandemia y los grandes horizontes de Fátima Mons. Athanasius Schneider: Nos gloriamos en las tribulaciones Cardenal Raymond Leo Burke: Mensaje sobre el combate contra el coronavirus Un remedio eficaz contra la amnesia religiosa Misión diplomática en Londres Regreso a la caligrafía para no perjudicar la educación La Virgen del Apocalipsis y los ángeles arcabuceros del Cusco El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz Milagros Eucarísticos Origen, significado y eficacia del Santo Rosario Descubierta la más antigua plegaria compuesta en honor a la Virgen La Santa Sede reconoce las virtudes heroicas de la hermana Lucía La masacre de la familia imperial rusa La peregrinación, camino de la Tierra al Cielo
El Milagro de la Santa Casa de Loreto
×
El Milagro de la Santa Casa de Loreto
×

El milagro del Sol



El 13 de octubre de 1917, a pesar de los obstáculos que interpuso el gobierno portugués —que se mostraba hostil— y a la actitud reservada de las autoridades eclesiásticas, en la Cova da Iría se congregó una multitud calculada en 70,000 personas. La Santísima Virgen había prometido que en octubre realizaría un milagro “para que todos lo vean y crean”.

Había llovido durante toda la aparición. Al terminar el coloquio de Lucía con Nuestra Señora, en el momento en que la Santísima Virgen se elevaba y Lucía gritaba “¡Miren el sol!”, las nubes se entreabrieron, dejando ver el sol como un inmenso disco de plata. Brillaba con una intensidad jamás vista, pero sin enceguecer. Esto duró apenas un instante. De pronto la inmensa bola de fuego comenzó a “bailar”.

Cual gigantesca rueda en llamas, giraba rápidamente. Se detuvo por cierto tiempo, para enseguida volver a girar vertiginosamente sobre sí mismo. Después sus bordes se volvieron escarlata y se deslizó en el cielo como un remolino, esparciendo llamas rojas. Esa luz se reflejaba en el suelo, en los árboles, en los arbustos, en los propios rostros de las personas y en las ropas, tomando tonalidades brillantes y diferentes colores. Animado tres veces por un movimiento loco, el globo de fuego pareció temblar, sacudirse y precipitarse en zigzag sobre la multitud aterrorizada.

Duró todo esto unos diez minutos. Finalmente, el sol regresó en zigzag hasta el punto desde donde se había precipitado, quedando de nuevo tranquilo y brillante, con el fulgor de todos los días.

El ciclo de las apariciones había terminado. Muchas personas notaron que sus ropas, empapadas por la lluvia, se habían secado súbitamente.

El milagro del sol fue observado también por numerosos testigos situados fuera del lugar de las apariciones, hasta una distancia de 40 kilómetros.

Quizás éste haya sido, después de la Resurrección, el mayor milagro de todos­ los tiempos. Pues fue anunciado con meses de antecedencia, señalando el lugar y la hora precisa en que se realizaría, a más de ser presenciado por alrededor de cien mil testigos.


1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

11

12

13

14

15

16

17

18