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El Milagro de la Santa Casa de Loreto
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La sociedad moderna



Al finalizar la década de 1980, se produjo el derrumbe del muro de Berlín, y a continuación el fin de la Cortina de Hierro. Muchos saludaron dichos acontecimientos como siendo la “conversión” de Rusia y la muerte del comunismo.

¡Quién se atrevería ahora a sostener tal afirmación, ante la situación de inmoralidad, de desesperación y de caos que nos amenaza a cada instante!

¡Y quién tendría el valor de afirmar que los “errores de Rusia”, es decir, la mentalidad comunista, han sido expulsados del mundo!

Considérese apenas el hecho elemental y evidente de que la humanidad no se ha enmendado. Sería absurdo hablar del triunfo de la Virgen, cuando los corazones son impuros y el mundo está hundido en el pecado. Si no, veamos.

El aborto es cada día más aceptado y se ha convertido en ley en gran número de los países llamados “civilizados”.

La homosexualidad se ha propagado tanto, que se pretende reconocerla como una “opción sexual” aceptable.

La droga es un problema que parece insoluble y un vicio que prácticamente se ha generalizado.

La familia está en franca extinción. Está en aumento el número de los que consideran la procreación y la educación de la prole, como un peso insoportable.

La televisión se transformó en un vehículo de pornografía y de perdición. La computadora, los juegos electrónicos y la internet, no se quedan atrás.

Con la revolución de mayo de 1968, en la universidad de la Sorbona en París, se produjo un verdadero estallido en materia cultural, que ha contaminado al mundo. Se ha perdido la noción de decencia, de dignidad y hasta de pudor.

Debido a este entorpecimiento del sentido moral, el caos se va convirtiendo en la línea maestra de todos los acontecimientos y de todas las cosas.

Añádase a este panorama el terrorismo. En cualquier momento y en cualquier parte del mundo, pueden producirse acontecimientos de consecuencias imprevisibles, que van desde un simple atentado sin víctimas hasta una conflagración atómica.     


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