Hasta hace poco tiempo el uso del Detente era bastante conocido, así como la devoción al Sagrado Corazón.
El origen está en las apariciones a Santa Margarita María Alacoque. Ella declaraba en 1688: Nuestro Divino Maestro me ha dicho que desea y quiere que se hagan imágenes pequeñas de su Divino Corazón, para que aquellos que quieran honrarlo, lo puedan llevar consigo.
La difusión en gran escala empezó un poco más tarde, en 1720, a raíz de la peste de Marsella. Desde entonces la práctica de llevar un Detente, o sea el dibujo del Corazón de Jesús sobre un pedazo de paño, se expandió por todas partes. Es costumbre llevarlo en la cartera, a veces junto a la licencia de conducir o en algún bolsillo.
No es un amuleto que nos exime de sufrir, es más bien un «pararrayos» que nos proteje y nos induce a refugiarnos en los brazos de Jesús.
Quiero que las almas crean en mi misericordia, que lo esperen todo de mi bondad, que no duden nunca de mi perdón... declaró también Nuestro Señor a Sor Josefa Menéndez, religiosa española fallecida en 1923.