Vidas de Santos San Miguel Febres Cordero Muñoz

Primer santo ecuatoriano

Miembro de la Congregación de los Hermanos de La Salle, fue confesor, teólogo, filósofo, filólogo, literato, poeta y gran educador. La Biblioteca Nacional de España le atribuye un total de 66 obras escritas bajo el seudónimo de G. M. Bruño.

Plinio María Solimeo

Convocados por el gran presidente católico Gabriel García Moreno, los Hermanos de las Escuelas Cristianas, o de La Salle, llegaron al Ecuador en 1863. Este intrépido mandatario, asesinado por la masonería poco después de consagrar su nación al Sagrado Corazón de Jesús, introdujo en el hermano país a varias congregaciones religiosas para la enseñanza de la juventud de ambos sexos.

Fundados por san Juan Bautista de La Salle —reformador y padre de la pedagogía moderna, cuyo objetivo era proporcionar una educación católica a los jóvenes cultivando un espíritu de fe, piedad, mortificación y obediencia—, los diez primeros hermanos de La Salle se establecieron en las ciudades de Quito, Guayaquil y Cuenca.

Marcado por el sufrimiento desde la cuna

Francisco Luis Florencio Febres Cordero Muñoz, Panchito para sus allegados, nació el 7 de noviembre de 1854 —el mismo año en que se proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción— en Cuenca, en el seno de una prominente familia local. Su abuelo fue general del ejército, venerado como héroe nacional, y su padre, Francisco María Febres Cordero y Montoya, profesor universitario de francés e inglés en el seminario de la ciudad. Su madre, Ana de Jesús Muñoz y Cárdenas, era una devota católica dedicada activamente a obras de caridad.

Panchito conoció el sufrimiento desde muy pequeño, ya que nació con una malformación en los pies y recién dio sus primeros pasos cinco años después, gracias a un acontecimiento sobrenatural: la aparición de Nuestra Señora del Manto Azul en el rosal del jardín de su casa. A los ocho años de edad, se salvó milagrosamente de ser embestido por un toro.

Doña Ana se ocupó de la educación religiosa de su hijo hasta su fallecimiento, cuando este tenía apenas nueve años de edad. Su marido se casó entonces con Heloísa Santillán, que trató a Panchito como a un hijo y le dio un medio hermano llamado Benjamín.

En 1863, Panchito fue uno de los primeros alumnos de la escuela de los Hermanos de La Salle en la ciudad. De grandes dotes, fue elegido para pronunciar el discurso de bienvenida al presidente mártir, Gabriel García Moreno, cuando visitó el colegio.

En el contacto con los religiosos, el niño empezó a sentir la atracción por el servicio a Dios. Admirando la vocación de sus maestros, quiso ser uno de ellos. Pero a su padre, aunque era un buen católico, no quiso saber del asunto, pues deseaba para su hijo una posición más destacada, acorde con la elevada posición de la familia. Hasta toleraría que se hiciera sacerdote, porque así podría hacer carrera al servicio de la Iglesia, llegando incluso a ser obispo, pero no un simple hermano, sin más futuro que el de un modesto profesor.

Entonces acabó siendo matriculado en el seminario diocesano. Pero el adolescente no se adaptó a esa vida, enfermó y tuvo que volver a casa. Como su salud continuó deteriorándose, su padre aceptó que volviera a la escuela de los religiosos.

Portentosa catedral de la ciudad de Cuenca (Ecuador), donde nació el santo

Hermano lasallista a la edad de 14 años

Como Panchito no abandonaba la idea de hacerse religioso y persistía en su deseo de ingresar en el Instituto, su padre finalmente le dio permiso a regañadientes.

De este modo, en 1858, con apenas 14 años de edad, Francisco ingresó al Instituto de La Salle, siendo el primer ecuatoriano en hacerlo. Sin embargo, a partir de entonces la relación con su padre fue bastante tensa. Ambos se reconciliaron antes de su muerte ocurrida en 1882.

Francisco recibió el hábito religioso en la víspera de la fiesta de la Anunciación, tomando el nombre de Miguel. Como en Cuenca no había noviciado, comenzó su vida religiosa en la comunidad del colegio de aquella ciudad.

El hermano Miguel fue un prodigio del saber. Comenzó enseñando en Quito y lo hizo durante más de tres décadas, de 1869 a 1901. Como educador, pronto se hizo conocido por su bondad y dedicación. Según la tradición del colegio, no tuvo rival como gramático y filólogo, siendo enemigo de la falsa erudición. Catequista incansable, se hizo niño entre los niños a los que preparaba para la primera comunión.

El gobierno adopta sus libros de texto

El hermano Miguel fue un escritor nato. Escribió su primer libro a los 20 años de edad, al que siguieron gramáticas, manuales de geografía, historia, religión y literatura para uso escolar. En 1875 publicó su Gramática de la Lengua Castellana. Destacó como poeta, cantando las glorias de María Santísima. El gobierno ecuatoriano adoptó algunos de sus libros de texto, que empezaron a circular por las escuelas del país. También investigó y escribió libros sobre literatura y lingüística, lo que le valió ser nombrado por unanimidad miembro de número de la Academia Ecuatoriana de la Lengua en 1892, a la que siguieron las de España, Francia y Venezuela. Dirigió retiros espirituales y fue director de la casa de su congregación de 1901 a 1904.

En 1888, el hermano Miguel fue elegido para asistir en Roma a la beatificación de san Juan Bautista de La Salle (1651-1719), fundador de la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Tuvo entonces la oportunidad de venerar con emoción las innumerables reliquias de la Ciudad Santa y de peregrinar al santuario de Nuestra Señora de Loreto.

Interior de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen (perteneciente al monasterio de San Matías de monjas jerónimas) en Barcelona, tal como quedó después de la “semana trágica” de 1909

Maestro de novicios

De regreso al Ecuador, continuó su labor como profesor de español y literatura. Más tarde ejerció como maestro de novicios de 1896 a 1905, función en la que formó con prudencia a los jóvenes que se incorporaron a la congregación en el tumultuoso ambiente político de los sucesivos regímenes del país. También fue elegido director del colegio de la Sagrada Familia, pero pronto dejó el cargo por considerar que no era un buen administrador.

Sin embargo, su talento en la formación de los hermanos más jóvenes y en el desempeño académico llamaron la atención de superiores en Roma. En 1905, fue convocado a Europa para traducir textos del francés al español para uso de su Instituto.

En marzo de 1907 es exiliado a Francia por el gobierno anticlerical del presidente ecuatoriano Eloy Alfaro, y en julio del mismo año es destinado a la casa madre de Lembecq-lez-Hal, próxima a Bruselas.

La “semana trágica”

En 1908, debilitado por una persistente neumonía, fue trasladado a una escuela cerca de Barcelona. Todavía estaba en esa ciudad cuando, en el verano de 1909, se produjo una semana de convulsión social conocida como la “semana trágica”.

Con este nombre se conocen los sangrientos sucesos que tuvieron lugar en Barcelona y otras ciudades de Cataluña del 26 de julio al 2 de agosto de 1909, caracterizados por el enfrentamiento entre el ejército y la clase obrera, apoyada por anarquistas, socialistas y republicanos. Miles de personas fueron detenidas, procesadas o desterradas, 59 condenadas a cadena perpetua y cinco ejecutadas.

Durante aquella semana, varias iglesias fueron incendiadas y los sacerdotes perseguidos en todas las ciudades. A pesar de ello, la casa de los hermanos se preservó milagrosamente, lo que muchos atribuyen a la imagen de la Santísima Virgen colocada por el hermano Miguel en una ventana del edificio. Los hermanos pudieron entonces regresar sanos y salvos a la ciudad. Sin embargo, el incidente afectó enormemente a la ya precaria salud del futuro santo.

Fresco encomendado para la canonización de san Miguel Febres Cordero (1984), obra de Mario Caffaro Rore

Muerte y glorificación

El hermano Miguel continuó trabajando escrupulosamente y con espíritu sobrenatural mientras su salud se lo permitió. Cada vez más débil, se fue apagando lentamente y falleció el 9 de febrero, durante el crudo invierno de 1910, en la localidad de Premiá de Mar, donde fue sepultado.

Cuando la noticia llegó al Ecuador, los católicos lloraron la pérdida de su entrañable compatriota.

En enero de 1937, debido a las desacralizaciones, persecuciones y martirios de sacerdotes y laicos católicos perpetrados por los comunistas durante la feroz Guerra Civil Española, su cuerpo fue devuelto a su país natal y recibido con los honores de héroe nacional.

Querido como religioso y santo ejemplar, fue enterrado en Quito, ciudad en la que pasó la mayor parte de su vida y donde su tumba se convirtió en un lugar de peregrinación popular.

La fama de santidad le acompañó durante toda su vida y se acrecentó después de su muerte. Fue declarado venerable por Paulo VI, quien también lo beatificó el 30 de octubre de 1977.

Casi una década más tarde, el 21 de octubre de 1984, Juan Pablo II finalmente lo canonizó como el primer santo ecuatoriano. Su sobrino nieto, el entonces presidente del Ecuador, León Febres Cordero, estuvo presente en la canonización de su ilustre tío. 

 

Fuentes.-

– https://www.google.com/search?q=San+Miguel+Febres+Cordeiro+Mu%C3%B1oz.
– http://faith.nd.edu/s/1210/faith/interior.aspx?sid=1210&gid=609&pgid=44394&cid=85719&ecid=85719&crid=0&calpgid=61&calcid=53508.
– https://www.encyclopedia.com/religion/encyclopedias-almanacs-transcripts-and-maps/febres-cordero-munoz-miguel-francisco-st.
– The Catholic Encyclopedia, CD Rom edition, Gabriel García Moreno y Saint John Baptiste de la Salle.

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