Ambientes Costumbres Civilizaciones La infinita grandeza del Dios Niño

A los pies del pesebre, consideración sobre la majestad compuesta de sabiduría, de santidad, de ciencia y de poder

Plinio Corrêa de Oliveira

Adoración de los Pastores, Esteban Murillo, 1650 — Óleo sobre lienzo, Museo del Prado - Madrid

EN EL NIÑO JESÚS podríamos considerar, entre muchos aspectos —como, por ejemplo, la pobreza—, la infinita grandeza.

El, con majestad de verdadero Rey, aunque recostado en su pesebre y siendo aún una criatura; Él, Rey de toda majestad y de toda gloria, el creador del Cielo y de la Tierra, Dios encarnado hecho hombre; Él, desde el primer instante de su ser —por lo tanto ya en el vientre de la Santísima Virgen— ostentando más majestad, más grandeza, más manifestaciones de fuerza y de poder que todos los hombres que hubo y habrá en la tierra; Él, incomparablemente más inteligente que Santo Tomás de Aquino, incomparablemente más poderoso que Carlomagno, Napoleón o Alejandro; Él, conocedor de todas las cosas, sabiendo incomparablemente más que cualquier científico moderno.

El Niño Jesús, a sus momentos. manifestaba en la fisonomía siempre variable esta majestad compuesta de sabiduría, de santidad, de ciencia y de poder.

Imaginemos, por tanto, encontrando todo esto misteriosamente expresado en la fisonomía del Divino Infante: a veces moviéndose, y en el movimiento apareciendo su lado de Rey; abriendo los ojos, y en su mirada apareciendo un fulgor de tal profundidad que discerniéramos en Él a un gran sabio; rodeándolo, una atmósfera tal que aureolase de santidad a todos cuantos se le acercasen. Una atmósfera de pureza tal, que las personas se aproximasen allí no sin antes pedir perdón por sus pecados, y al mismo tiempo sintiéndose atraídas a corregirse de ellos por la santidad que emanaba del lugar.

Imaginen allí, por fin, a la Santísima Virgen junto al Niño Jesús, también Ella como verdadera Reina —pues Ella lo era y lo es—, con una dignidad e imponencia tales, que no necesitaba ni de trajes nobles ni de tejidos de calidad para hacerse valer.

Restauración espiritual de la virginidad Palabras del director Nº 156 - Diciembre 2014 - Año XIII
Palabras del director Nº 156 - Diciembre 2014 - Año XIII
Restauración espiritual de la virginidad



Tesoros de la Fe N°156 diciembre 2014


Dulce Jesús mío
Nº 156 - Diciembre 2014 - Año XIII Ignorancia de las cosas divinas 'Soy yo, Jesús… te vengo a visitar' La Virgen del Prado Desigualdades sociales armónicas Santa Francisca Javier Cabrini Restauración espiritual de la virginidad La infinita grandeza del Dios Niño



 Artículos relacionados
Espíritu de fe y laicismo en el arte funerario En la primera foto, vemos la tumba de piedra de Philippe Pot, gran senescal de Borgoña (siglo XV)...

Leer artículo

Navidad en Pisco Entre la vasta obra literaria que nos dejó Abraham Valdelomar (1888-1919), rescatamos una pintoresca narración sobre la celebración de una Navidad en su infancia...

Leer artículo

La lección de Juvenal El cuasi nudismo que toma cuenta de las ciudades modernas va acercando a las personas de la práctica de desnudarse completamente en público, a la manera de los salvajes y de los indios primitivos...

Leer artículo

El Sacramento del Matrimonio - I Aterradoras son las estadísticas sobre el matrimonio en las últimas décadas. ¡Cuántos entrelazan sus manos sin la bendición de la Iglesia! ¡Qué grande y aterrador es el número de divorcios! ¿Quién puede medir la multitud de uniones infelices y pecaminosas?...

Leer artículo

Parábolas de las diez vírgenes y el rico Epulón Para animarnos a mirar con solicitud todo aquello que atañe a nuestra salvación, el Salvador propuso la parábola de las diez vírgenes, de la siguiente manera: El reino de los cielos es semejante a diez vírgenes, que salieron con sus lámparas a recibir al esposo y a la esposa. Cinco de ellas eran necias y cinco prudentes...

Leer artículo





Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino